martes, 1 de marzo de 2011

Chávez-Gadafi: vidas paralelas

Humberto de la Calle
Elespectador.com


AUNQUE FALSA, LA VERSIÓN DE QUE Gadafi había huido de Libia y se había refugiado en Venezuela contaba en su favor con un paralelismo alucinante entre el dictador libio y el presidente venezolano. Hay cerca de una decena de coincidencias profundas.


Ambos nacieron en cunas humildes. Gadafi viene de una tribu beduina del desierto de Sirte y Chávez de Sabaneta, donde nació en medio de una situación precaria que sólo se vio medianamente aliviada cuando dejó el hogar materno para colocarse bajo el cuidado de su abuela. Los dos vieron en el ejército un camino al ascenso personal y social. Pero luego, durante su paso por la milicia, ambos crearon grupos de oficiales rebeldes. Los “Comacates” fue el nombre del embrión chavista, muchos de cuyos integrantes aparecerán después en el intento de golpe contra Carlos Andrés Pérez. Los Oficiales Unionistas Libres acompañaron a Gadafi en el golpe de estado triunfante, por medio del cual desalojó al rey Idris I y se apoltronó en el poder desde 1969.

Ambos se nutrieron en su juventud en ideologías nacionalistas. Nasser y Boumedian fueron mentores intelectuales de Gadafi, al paso que Chávez se inspiró en su Bolívar personal y en Ezequiel Zamora, líder izquierdista cuyo lema fue: “Tierras y hombres libres. Horror a la oligarquía”.

Desde el poder, ambos acudieron a las nacionalizaciones, al ataque a la propiedad privada y a una política marcadamente antioccidental. Gadafi despojó a los norteamericanos y británicos de sus bases militares, expropió a judíos e italianos y tomó para el Estado el petróleo. Chávez ha hecho de las expropiaciones punitivas un instrumento de su política.

Es claro que Chávez se inspira en el Libro Verde de Gadafi. Paso a paso ha seguido esa hoja de ruta: desmonte de las instituciones de la democracia representativa, invocación permanente de la democracia directa, creación de comités populares que dominan a la sociedad en sintonía directa con el líder. Para desembocar, en ambos casos, en un socialismo personal.

Son líderes estruendosos, exóticos, que buscan deliberadamente descrestar al burgués, sin alejarse realmente, pese a una y otra boutade, de una fría estrategia para preservar y expandir su poder.

Ambos gozan del dinero del petróleo. Los dos acuden sin pudor al nepotismo. Los Chávez se han paseado por toda la fronda burocrática, mientras Gadafi preparaba la sucesión en cabeza de Sayf al-Islam al-Gadafi, su hijo, designado como su único heredero político.

Si algo faltara, como una especie de rúbrica de esta amistad insondable, Chávez entregó a Gadafi la réplica de un verdadero tesoro nacional. En efecto, en 2009, al imponerle la Orden del Libertador, máxima distinción que otorga Venezuela, le regaló la espada que la municipalidad de Lima había entregado al libertador Bolívar.

Dijo en aquella ocasión:

“Compañero presidente, esta es la réplica de la espada que libertó América hace 200 años. Es una joya, se la regalaron los pueblos a Bolívar (…). Esta espada está viva y hoy anda por América Latina. En nombre de nuestro pueblo, de la revolución bolivariana, te la entrego a ti, soldado revolucionario, líder del pueblo libio, de la revolución libia, de los pueblos de África y líder también para los pueblos de América Latina”.

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