Raúl Lombana Hernández
El próximo 4 de marzo, un grupo de valerosos colombianos ha decidido convocar a una gran marcha en contra del secuestro. Ese día, los marchantes saldrán a las calles a exigir no más secuestros, no más FARC e implícitamente no más Teodora. Este día debe ser la reivindicación de que la susodicha tiene vínculos, que han sido demostrados, con la estructura terrorista, es decir, es una de ellos.
Hasta hace poco, Teodora, integrante del poder legislativo colombiano, actuaba al interior de la sociedad en la causa pro terrorista. Durante mucho tiempo combinó su responsabilidad legislativa con periplos pro FARC. Hay un sinnúmero de videos, que inclusive fueron de conocimiento público, sobre la apología que hacía, esta ex miembro del congreso, de la organización criminal. Su reiterada presencia en foros nacionales e internacionales que buscaban lograr insertar a esta estructura terrorista en la civilidad y a la par sacarlos de la lista de terrorista de la comunidad internacional ratificaban ya no solo su afinidad sino su participación como integrante activo de esa organización.
Antes de seguir, el pueblo colombiano confirmó de quien era Teodora desde que los computadores del abatido alias Reyes ratificaron los indicios que tenían los organismos de seguridad del estado sobre la participación activa de la susodicha en acciones pro terrorista. Además, así los seguidores de la susodicha se rasguen las vestiduras y la organización de las FARC subvencione ataques en contra del fallo de la procuraduría no podrán quitarse el duro golpe asestado por la institucionalidad colombiana. La Procuraduría General de la Nación después de exhaustivas investigaciones concluyó a través de una providencia de que la ex senadora es Teodora de Bolívar. Esto no es invento del colombiano del común ni mucho menos se atenta en contra de la dignidad de la susodicha al llamarla TEODORA. Qué la Corte Suprema de Justicia actúe de forma omisa y no la juzgue no quiere decir que ella deje de ser TEODORA.
Durante muchos años las FARC se valieron de esta estrategia y de personajes que jugaban a doble banda para obtener dividendos políticos y de esta manera camuflar su accionar criminal con intenciones loables. Los embates de la estructura terrorista se hicieron en todos los niveles de la sociedad. Fieles al libreto de la combinación de todas las formas de lucha, esta agrupación permeó varios estamentos de la institucionalidad.
Colombia vivió sumergida durante décadas en debates injustificados sobre el carácter político de las acciones en contra de la sociedad civil que acometía la organización criminal de las FARC. Al interior de los poderes públicos de la nación se hizo eco a las acciones de esta estructura terrorista. Aún más, muchos miembros de la sociedad colombiana se alimentaron de ser los mediadores entre la sociedad y esta organización ilegal. Peor aún, para muchos de estos personajes públicos colombiano era un honor actuar de mediador y ser aceptado por las FARC como tal. Hasta el punto vergonzoso de que algunos de ellos se endilgaban el rótulo de “amigos” de estos terroristas. Para reírse a carcajadas, uno de ellos decía que él era la llave: ¡Tremendo disparate!
El pueblo colombiano fue testigo de esta connivencia entre los actores armados ilegales y un sector, afortunadamente pequeño, de la sociedad que buscaba por todos los medios posibles el reconocimiento político a las acciones impetradas por esta estructura terrorista en contra no sólo de la institucionalidad colombiana, sino también en contra de la población civil.
Quién no recuerda, como si fuera hoy, el accionar violento que se dio durante décadas. Los ataques indiscriminados en contra de la población, representados en tomas a municipios, secuestros masivos extorsivos y toda clase de vejamen que sufrió el pueblo colombiano.
La dirigencia política de la época no estuvo a la altura de las responsabilidades encomendadas por la Constitución Nacional. En vez de pasar de la defensiva a la ofensiva, el estado colombiano sucumbió casi por completo a estas impetraciones llevadas a cabo por las FARC. Los miembros agazapados de las FARC al interior de la sociedad aprovechaban estos momentos para exigir negociación con esta organización. El estado de derecho era violentado sistemáticamente por los terroristas, mientras los representantes del estado se postraban ante los engaños de hacer la paz con estas organizaciones criminales.
Las FARC, durante año ha utilizado el secuestro no sólo como nutriente de sus recursos económicos, sino también como arma de combate para presionar a la sociedad. Esta estrategia le ha dado resultados políticos. Teodora utilizando la liberación de los secuestrados como accionar de su proselitismo pro FARC ha intentado despertar la solidaridad nacional e internacional. Los shows mediáticos amplificados por los medios de comunicación buscan lograr el convencimiento de la sociedad de que la salida al conflicto es mediante el diálogo. Por lo tanto, es que no hay entrega unilateral de secuestrados sin que los recién liberados recen el libreto pro diálogos con las FARC.
La presión que ha venido ejerciendo la tropa gubernamental a esta estructura terrorista los lleva a que arrecien su presión a la institucionalidad para lograr “diálogos de paz” que busquen quitarle la intensa persecución a que son sometidas desde el gobierno del ex presidente Uribe y que ahora el presidente Santos ha seguido de forma contundente.
La campaña de la FARC no sólo se hace al interior de Colombia, sino también en el extranjero apelando a organizaciones pro terrorista internacionales, probablemente financiadas con recursos de esta organización, que buscan tergiversar la realidad colombiana. Aún más, estas ONG internacionales quieren hacerle creer todavía a la comunidad internacional de que las acciones de esta estructura terrorista son políticas y loables, y que sólo buscan mejorar las condiciones sociales del pueblo colombiano. Pero, afortunadamente, por el bien de la sociedad colombiana, día a día estas acciones se vuelven estériles, debido a que los países europeos también están enfrentando desafíos internos graves.
Así que la marcha del 4 de marzo debe superar con creces a la marcha del 4 de febrero de 2008 cuando millones de colombianos y de extranjeros salieron a las calles a condenar y decirle a esta estructura terrorista que ya no cabe en el mundo.
Por último, la marcha también es una oportunidad para decirle a Teodora que sushow y sus esfuerzos por tratar de engañar a la sociedad con liberaciones engañosas ya el pueblo colombiano no las tolera más. En pocas palabras que recoja su carpa, es decir, no más circo. Qué busque otra forma de vida. La sociedad colombiana la aborrece en demasía y no confía en ella. En pocas palabras, la susodicha está proscrita del territorio nacional por parte del colombiano del común.
Próxima reflexión: “Las Enaguas de Chávez: Por cuenta de la sacudida que sufren algunos países árabes, el mandatario venezolano se va a convertir muy pronto en la buhardilla en donde van a terminar escondidos estos gobernantes”
Por favor convocar una marcha contra la corte suprema de justicia, es increíble que abiertamente defiendan a los delincuentes sin dejar dudas de su ideología política y nadie diga nada. ahora las evidencias del computador de terrorista reyes no sirven de prueba por que a estos cómplices se les dió la gana de defender a sus colegas y compañeros borja, teodora y todos los implicados, ahora el estado tendrá que pagarles a estos sinvergüenzas. increíble hagamos algo por Dios.
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