Rafael Nieto Loaiza
Elcolombiano.comLa Corte Suprema de Justicia se zafó del problema con inteligencia: autorizó la extradición de Walid Makled, uno de los tres grandes mafiosos de Suramérica, pero dejó en manos del Presidente la determinación de su destino.
El Presidente hace varios meses ofreció entregarlo a Venezuela. Fue un gesto prematuro. Eran los tiempos del coqueteo y de florituras verbales como las del "nuevo mejor amigo".
Según Santos, Chávez "ha venido cumpliendo" y destacó la entrega a Colombia "de gente de las Farc y el Eln" y el "avance" en temas comerciales. Es verdad que el chafarote ha entregado media docena de subversivos. Pero no es menos cierto que es mero contentillo: los guerrilleros recibidos son de medio pelo, sin ninguna importancia en la estructura de esas organizaciones terroristas, y los comandantes siguen en Venezuela sin que el gobierno patriota levante un dedo contra ellos.
Allá todavía están los alias Iván Márquez, Timochenko, Grannobles, Jesús Santrich, Rodrigo Granda, Antonio Garcíay Pablito, entre otros. Y no hay ninguna señal de que vayan a ser entregados a Colombia o expulsados del territorio venezolano.
En cuanto al comercio, el gobierno venezolano ha hecho compromisos de pago por cerca del sesenta por ciento de lo que aún adeuda. Lo malo es que en realidad no ha pagado sino menos de la mitad de eso, lo demás está en veremos, y en cualquier caso no hay un solo exportador que envíe un producto al país vecino sin que se lo paguen por anticipado.
Una realidad que no cambiará porque se firme un acuerdo con Caracas y mucho menos si tiene el plazo de cinco años y las condiciones que propone Chávez.
Los exportadores colombianos han sufrido en carne propia que el Teniente Coronel se pase leyes y tratados por la faja y no tienen razón para creer que ahora sí cumplirá. Agréguese que la economía venezolana está en los rines, aún con el petróleo volando, y que los importadores venezolanos han desaparecido. Dígase lo que se diga, mientras Chávez siga montado, el comercio entre los dos países nunca volverá a ser ni remotamente lo que fue.
¿Y los gringos? El senador Lugar, el republicano de más alto rango en el Comité de Relaciones Exteriores, le recordaba esta semana al presidente Santos que Makled fue arrestado por solicitud de un tribunal de Manhattan y con información y colaboración de la DEA, resaltaba que sin su presencia en los tribunales EE.UU. no puede usar legalmente nada de la información que el capo tenga o haya entregado, y advertía que su extradición a Venezuela sería considerada como un serio retroceso en la cooperación entre Estados Unidos y Colombia. Es evidente que si Santos sacrifica a Makled en manos venezolanas, abrirá un frente de batalla con los republicanos. Por su lado, el gobierno de Obama ha resaltado su interés en recibir al venezolano.
Así, ¿tiene sentido enfrentarse con quienes han sido nuestro grandes aliados tanto en materia de comercio exterior como en el Plan Colombia? ¿Acaso es más importante el inexistente mercado venezolano que el futuro del TLC con nuestro principal importador? ¿Vale la pena poner en riesgo la cooperación norteamericana en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo?
Quizás en Bogotá la queja de Obama se perciba sólo como un ladrido lastimero. Pero más vale tomarse en serio a los republicanos.
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