viernes, 29 de abril de 2011

¿Por qué el Coronel Plazas es inocente?

Jaime Granados
Elcolombiano.com

Existen muchas razones que impedían jurídicamente la imposición de sentencia condenatoria en contra del Coronel Alfonso Plazas Vega, tema que se ha ventilado en foros especializados. A estos motivos se agregan otros de orden probatorio, que demuestran la absoluta inocencia del Coronel en estos hechos. Sin embargo, esta es Colombia y, de manera increíble, fue condenado en junio de 2010 a 30 años. Se dirá que digo esto porque soy su defensor, pero ahí está el expediente para quien lo quiera examinar.

El Coronel Plazas no fue el comandante del operativo de la recuperación del Palacio, como se ha querido hacer creer. Él era uno de tantos subalternos, por debajo del general Jesús Armando Arias, designado para ejecutar la orden presidencial de recuperar el Palacio. Esto es ignorado flagrantemente en la sentencia condenatoria, que supone que el Ejército se comportaba como un comité.

No. En los cuerpos militares hay jerarquías, hay cadenas de mando, hay compartimentación de la información. Considerando que el M-19 estaba bien parapetado, la misión del Coronel Plazas como comandante de la Escuela de Caballería y encargado de los tanques, era el ingreso al Palacio, recuperación física del mismo y liberación de los rehenes. En esa tarea también participó la Escuela de Artillería al mando del Coronel Rafael Hernández y del Mayor Carlos Fracica, así como seis unidades tácticas más.

El Ejército tiene un cuerpo de inteligencia, del que no hacía parte Plazas. Era natural que a la inteligencia, no sólo del Ejército (B2, COICI al mando del General Iván Ramírez), sino además de policía (F2) y civil (DAS), le correspondiera averiguar lo relativo a ese asalto y a sus autores. Hay testimonios, que no comprometen al Coronel Plazas, sobre conductas irregulares de integrantes de estos cuerpos, que pudieron culminar con la desaparición de una sola persona, la guerrillera Irma Franco. Cuando el Coronel Plazas culmina su misión de derrotar a la banda asaltante y de rescatar a los rehenes, se retira de la escena, momento en el cual, en la casa del Florero, los organismos de inteligencia adelantaban su labor.

Se acreditó hasta la saciedad la mentira del dicho de los testigos de cargo en contra del Coronel Plazas, señores Ricardo Gámez, Tirso Sáenz y Édgar Villamizar. En la sentencia condenatoria sólo se pudo recurrir al último de los citados. Gámez, ni siquiera fue usado por la Fiscalía para sustentar sus distintas decisiones. El segundo, Sáenz, convicto de delitos graves, envía cartas al juzgado advirtiendo que en caso de no ser trasladado a Bogotá, tal y como le fue ofrecido, se retractaría de lo dicho en contra del Coronel. Naturalmente consiguió el inmediato traslado de Cómbita a La Picota. El tercero, Villamizar, rodeado de dudas sobre su verdadera existencia e identidad, personaje este que, en cualquier caso, nunca salió de Granada Meta, como para testificar lo que había pasado en Bogotá. Los mismos motivos por los cuales el juzgado desecha el testimonio de Sáenz, en sana lógica, tendrían que haber descartado el de Villamizar. Pero no.

Su testimonio es el que fundamenta la condena. No se olvide que un parlamentario del M-19 acusó a Plazas de ser su torturador, demostrándose que éste estaba fuera del país para la fecha en que el honorable parlamentario decía haber sido torturado. Esa es la laya y la ley de los testigos en contra del Coronel Plazas. A Sáenz, Villamizar y otros falsarios, se les tenía que haber investigado por falso testimonio, pero no se hizo.

Quedan aún los recursos de apelación interpuestos por defensa y por Procuraduría, pendientes de decisión, y una eventual casación, para corregir los graves errores de la sentencia de primera instancia y evitar una grave injusticia. El mejor homenaje que pueden hacer jueces y magistrados en Colombia a hombres como Reyes Echandía o Medina Moyano, es profiriendo sentencias no bajo el imperio de la pasión, el deseo de revancha, o por la presión de los medios de comunicación, sino iluminados por la razón, el derecho y, por sobre todo, la justicia.

domingo, 24 de abril de 2011

La reforma que nunca llega


Rafael Nieto Loaiza
Elpais.com.co

Dicen que los columnistas somos obsesivos y que reiteramos nuestras columnas, bajo distintas formas, una y otra vez. Quizás sea así. Al menos yo, lo reconozco, vivo con la idea permanente de que nuestro sistema de administración de justicia se debate entre el desastre y la vergüenza y que su reforma es la tarea pendiente que ni el anterior gobierno ni éste han logrado acometer.

No es que no se haya intentado. Me consta que en la administración Uribe, Fernando Londoño lo procuró dos veces, en una de cuyas ocasiones apenas tres temas resultaron ser ajenos al consenso entre las altas Cortes. En lo demás, para mi sorpresa, hubo acuerdo. Y no era esa una reformita de pipiripao, como la de Pretelt de la Vega, un regular economista que posaba de abogado, sino una de calado que tocaba los asuntos estructurales. Al final, el esfuerzo fracasó. Sé también que lo intentaron los ministros de Justicia siguientes, también ellos sin éxito.

Santos también lo quiso y jugó, como antes Uribe, a alcanzar un acuerdo con las Cortes. Algunos advertimos que ese era el mejor camino para ponerle lápida a la reforma. Así ha sido. Ya el Gobierno tuvo que anunciar que no presentaría proyecto de reforma en esta legislatura. Y sé de inmejorables fuentes que las discusiones al interior de la comisión para la reforma a la Justicia, de la que hacen parte los presidentes de las Cortes y del Legislativo, dan grima y van camino a ningún lado.

Pero muy mal anda una administración de justicia que, en abierta violación de los tratados de derechos humanos, condena de por vida al coronel Plazas por un delito inexistente en la época de los hechos y con aplicación retroactiva la ley penal en lo desfavorable, sin prueba ninguna de su responsabilidad en los hechos y con única base en un supuesto testimonio de alguien cuyo nombre no coincide siquiera con el documento de identidad que dijo tener.

Muy mal anda una administración de justicia que acusa a cuatro jóvenes tecnócratas, ex funcionarios del Ministerio de Agricultura, por celebrar un contrato directo con un organismo de la OEA con el que desde la década de los 60 todos los ministros del ramo han celebrado idénticos convenios. Y que los priva de la libertad mientras que los juzga, mientras que esa misma Fiscalía pide que los Nule se vayan a su casita, la ‘Gata’ anda suelta y con escoltas por todo el Caribe, y la Suprema le da casa por cárcel a la confesa Yidis Medina.

Muy mal anda una administración de justicia que a fines de 2009 tenía en sus inventarios 1.174.191 noticias criminales de supuestos delitos por esclarecer, y que ese mismo año ingresaba 986.064 casos más, un número que supera el total de los evacuados durante toda la vigencia del sistema penal acusatorio.

Muy mal anda una administración de justicia que esta misma semana, en una leguleyada, ordenaba la libertad de ‘Chucho’, un confeso asesino de las Farc. Y que en los cinco años de funcionamiento del sistema acusatorio produce apenas 5.587 condenas por homicidio cuando en ese mismo período se produjeron, según cifras oficiales, 84.745 asesinatos. Es decir, sólo en el 6,59% de los homicidios encontró culpable. Mal, muy mal anda una Justicia en que un homicida tiene el 94% de posibilidades de que su crimen nunca sea castigado.

martes, 19 de abril de 2011

¿Justicia o vergüenza?


Rafael Nieto Loaiza
Elpais.com.co

La corrupción es una plaga que corroe a la sociedad por dentro, mina la ciudadanía, debilita las instituciones y no nos permite atacar de manera eficaz y eficiente la miseria y la pobreza y el pavoroso déficit de infraestructura que nos agobian.

De manera que no se puede sino aplaudir los esfuerzos del aparato judicial por llevar a la cárcel a los responsables de tales desafueros. Pero la Justicia debe ser eso, el ejercicio de darle a los responsables de violar la Ley el castigo que se merecen, y no una herramienta populista o de persecución política. Cuando se desvía, cuando pierde su rectitud e imparcialidad, cuando actúa como instrumento político o de venganzas personales o como complaciente caja de resonancia de la presión que los medios de comunicación ejercen, el aparato penal deja de ser la fuerza legítima del Estado contra quienes delinquen y se convierte en violencia revestida de legalidad que se cierne tenebrosa sobre los inocentes.

Mucho me temo que ese es el caso de los cuatro ex funcionarios del Ministerio de Agricultura a quienes acaban de privar de su libertad. Advierto que no tengo interés personal en el asunto: nunca he tenido trato con ellos o con el Ministerio o las entidades que de él dependen. Soy una especie urbana y ni mis padres ni mis hermanos ni yo hemos tenido finca o actividad agropecuaria alguna.

Estos jóvenes parecen ser los chivos expiatorios de un escándalo, el de Agro Ingreso Seguro, donde la desinformación ha cundido y el trabajo de la Fiscalía es vergonzoso. Para que el lector no se equivoque, aquí no se está juzgando a los particulares que fraccionaron sus propiedades, para efectos de obtener más subsidios en el programa de riego. Ese es un proceso distinto donde, si se prueba que se actuó dolosamente, la Justicia debería ser implacable.

Tampoco se acusa a los ex funcionarios de haberse robado un peso o de haberse coaligado con particulares que lo hicieran. Está fuera de duda que eso no ocurrió. Se les imputa por “celebración indebida de contratos”, después de que el fiscal del caso no fuera capaz de sustentar los cargos de peculado. En otras palabras, se les acusa por la celebración de un contrato directo con un prestigioso órgano de la OEA, el Iica, y de no haber previsto suficientes blindajes para que los recursos no se desviaran.

Pero ocurre que a) contratos directos con el Iica han celebrado todos los ministros de Agricultura de las últimas décadas. ¿A ellos también los van a acusar?; b) el actual Ministro ha celebrado uno, con el mismo propósito, con la Universidad Nacional. ¿Acaso es ilegal contratar directamente con el Iica y en cambio no con la Nacional?; c) y a ningún funcionario se le puede pedir que actúe más allá de lo razonable en la previsión de las conductas de los particulares y, sobre todo, no se le puede juzgar por los delitos que éstos puedan cometer.

Para rematar, a los acusados se les priva de la libertad dizque por su peligrosidad, por la posibilidad de que repitan su actuación supuestamente delictiva (¿cómo, si ya no son funcionarios?), y, para las dos mujeres, sin considerar que son madres cabeza de familia.

De manera que la Fiscalía considera que delincuentes confesos como los Nule ameritan irse para su casa, pero piensa que unos jóvenes tecnócratas que nada se han robado son tipos peligrosísimos que tiene que estar encerrados mientras que se les juzga. Y mientras tanto, Yidis Medina, confesa y culpable e investigada por secuestro, cuenta también con la protección de la Suprema y está dichosa cumpliendo sentencia en su casita. Esa es nuestra ‘justicia’.

sábado, 16 de abril de 2011

¿Que ya no hay campamentos en Venezuela?

Carlos Andrés Pérez
Elcolombiano.com

Quedamos sorprendidos, no sólo los colombianos de bien sino muy seguramente los guerrilleros de las Farc que están en Venezuela, con la certidumbre que demostró Juan Manuel Santos en España al decir que los campamentos que antes él mismo denunciaba como ministro de Defensa, desaparecieron.

A quienes seguimos a diario desde hace muchos años el inequívoco amparo que Hugo Chávez le ha dado públicamente a ese grupo y al Eln, nos cayó como un baldado de agua fría la contundencia de Santos. Meses atrás habíamos recibido con estupor las pruebas de 87 campamentos en los que permanecían o pasaban 1.500 guerrilleros, que presentó ante la OEA el embajador Luis Alfonso Hoyos.

Lo mínimo que esperamos ahora de Santos, al realizar esas concesiones tan desproporcionadas a su socio venezolano, son pruebas igual de contundentes a las que el gobierno del que él mismo hizo parte, presentó en julio de 2010. Decir en un programa de televisión español que tiene "constancia de que los campamentos que nosotros teníamos ubicados ya no están ahí" es por demás ingenuo e irresponsable, que es peor.

Santos está deslumbrado porque Chávez le entregó dos guerrilleros que asesinaron a infantes de marina colombianos y dice que ese es un gesto que "no tiene precedentes", además agradeció el envío de "narcotraficantes importantes" como si esa no fuera la obligación de un Jefe de Estado del mundo democrático y al contrario tuviéramos que decirle gracias al dictador por hacernos el favor.

Aquí hay un nuevo asunto para analizar: si las cosas son tan color de rosa como las pinta el Presidente, ¿no cabe preguntarse, entonces, si la información que él mismo filtraba a los medios sobre la participación del tirano venezolano en actividades ilegales, era mentirosa y a la vez una 'picardía' (para usar sus propios términos) electorera?

Qué desgaste innecesario el del expresidente Álvaro Uribe al romper las reglas de lo que el común entiende como diplomacia y revelar la verdad ocurrida con nuestros vecinos. Qué desgaste sin sentido el del exembajador Luis Alfonso Hoyos al soportar burlas en la cara cuando su colega Roy Chaderton de Venezuela ridiculizó las fotos y videos del amparo de Chávez, que él mostraba.

No hay ninguna justificación para que Santos haga lo que está haciendo, ¡ninguna!: ni las buenas relaciones, ni ganarse un sitial de liderazgo en América Latina, ni evitarse insultos en Aló Presidente.

Al contrario, el respeto por su país al que no debería engañar con afirmaciones aligeradas como la de esta semana, sí justifica una revisión a su forma de conducir muchas cosas del gobierno.

Falsos positivos judiciales

Jorge Enrique Pava Quiceno
Lapatria.com


En un atinado y bien fundamentado editorial del diario El Espectador del miércoles pasado, se hace una especie de denuncia relacionada con la supuesta rigurosidad de la justicia colombiana en el caso de Agro Ingreso Seguro, y con la forma como ésta misma justicia quiere mostrar resultados a toda costa, aún sacrificando la libertad, la dignidad y los derechos de las personas.

Hace unas interesantes reflexiones el editorialista sobre el afán mediático de quienes dictaron medida de aseguramiento en contra de cuatro funcionarios de alto rango en el Ministerio de Agricultura, no por "haber hecho algo indebido" sino por "no haber previsto en las regulaciones legales suficientes mecanismos de blindaje para que los recursos no fueran desviados". ¡Qué tal! Se agotan los procedimientos legales; se cumplen todos los formalismos exigidos; se respetan todos los cánones contemplados en el otorgamiento de recursos; se cumplen las revisiones en todas las instancias; y cuando, una vez en manos de particulares, esos recursos son malgastados o desviados, se quiere encontrar la responsabilidad en los funcionarios que los otorgaron y no en quienes los utilizaron indebidamente. Es como si, con el producto de un préstamo bancario, el beneficiario comprara un cargamento de narcóticos; ¿tendrían que pagar una condena el gerente del banco y demás empleados que intervinieron en la operación bancaria?



Pero esa justicia mediática que hoy se hace presente en el caso de AIS, no está debutando apenas ahora. En Manizales y Caldas hemos venido soportándola desde hace unos cuantos años en los que todo se judicializa, toda actuación es mirada con recelo y toda obra que se emprende se ve truncada por la influencia de la envidia política, económica o social que encuentra eco en los órganos de control o judiciales.

Infortunadamente en esta región quien gestiona el desarrollo, quien actúa, quien visiona con emprendimiento o quien se atreve a soñar, no es digno de alabanza, apoyo, colaboración y reconocimiento, sino que se convierte en sospechoso, corrupto, prevaricador y delincuente. Y como nuestra justicia muchas veces atiende con dudosa celeridad el rumor, la noticia malintencionada, el anónimo cobarde o la acusación infundada, cualquier persona (sobre todo el funcionario público) pasa de la gloria al infierno por un titular de prensa o por una noticia "filtrada", que no tiene un objetivo diferente al de poner en la picota pública a quien se quiere destruir, así al final, después de una larga tortura y varios millones perdidos, salga absuelto de toda culpa.

Miremos, por ejemplo, el caso de Manizales Segura donde se investiga con bombos y platillos a un gran número de personas que prestan servicios o venden bienes lícitos, de buena fe y cumpliendo todos los requisitos comerciales. ¿Qué se busca con esto? Dejar la sensación de que la justicia está operando, de que hay funcionarios pendientes de cuidar nuestros recursos, y de que existe una racionalidad en los órganos de control y judiciales. ¿Cuánto les cuesta este espectáculo al Estado y a los particulares que se ven involucrados en un largo y oneroso proceso, que cumple más un objetivo de escándalo mediático?

O en Aerocafé, donde la Contraloría procede en contra de decenas de personas que nada tienen que ver en el asunto, tratando de encontrar culpables por fallas geológicas, desastres naturales o imprevistos, y para ello utiliza una especie de "regadera" investigativa generando un pánico regional. ¿Qué pueden pretender? Desgastar las personas, vengarse del enemigo, desestabilizar al contendor, salir airoso de una batalla politiquera irracional, o simplemente generar caos para posar luego de salvadores. Y los órganos de control prestándose para este juego perverso…

Y remata el editorial citado con una frase que encaja perfectamente en lo que estamos viviendo en nuestra región: "… ojalá la justicia no permita que inocentes terminen pagando para satisfacer la ansiedad de la opinión pública o alguna que otra carrera política. No quedará una sola persona correcta en el país que se arriesgue a trabajar para el Estado si se siguen sentando malos precedentes como los que estamos presenciando".

¿Se le apuntaría Usted a ejercer un cargo público a sabiendas de que por un anónimo, por una acusación infundada, por un falso positivo judicial o por la venganza de un poderoso, va a ser destituido, estigmatizado, destruido o encarcelado? ¡Seguramente que no! De ahí que a estas alturas del partido electoral no haya claridad sobre personas buenas que quieran aspirar a gobernación o alcaldía, pues saben que con el solo hecho de exponer su nombre saldrán esas arpías politiqueras que sobrevuelan nuestra ciudad a tratar de mancillarlos, destruirlos y desterrarlos, utilizando los órganos de justicia para sus fines perversos.

miércoles, 13 de abril de 2011

Tan bueno cuando había seguridad

Juan David Escobar Valencia
Elcolombiano.com

"El colmo de la estupidez: aprender algo que luego se va a olvidar" . Erasmo de Rotterdam

No soy quién para poner en duda la teoría de Maslow que jerarquiza las necesidades del individuo y sugiere que la satisfacción de las necesidades fisiológicas es previa a las de seguridad, pues ya Clayton Alderfer decidió ponerlas en el mismo nivel. Pero si no es el individuo el centro de la discusión sino la comunidad, tal vez sea la seguridad el elemento fundamental que la garantice como lo plantea un documento del interesante proyecto de IBM®, " Global Innovation Outlook ", cuando dice que: "La sociedad debe su misma existencia a la necesidad humana básica de la seguridad colectiva. De esta manera, la seguridad y la sociedad son sinónimas. Sin la una, la otra deja de ser".

No voy a llenar esta columna con cifras que otros con más tiempo y espacio pueden hacer mejor que yo, sino a mencionar el sentimiento, ni imaginario ni infundado, de inseguridad que todos los días se acrecienta más en este país, así los altos mandos militares o el complaciente con su pariente en la Casa de Nariño, periódico capitalino, quiera soslayar.

Lo que está ocurriendo con la seguridad de Colombia es serio y preocupante, máxime cuando las calificadoras de riesgo se demoran en subir las calificaciones, pero no en bajarlas. ¿Sabe usted el número de miembros de la fuerza pública muertos desde hace unos meses? ¿Sabe usted por qué las fuerzas militares no quieren combatir como antes? ¿Hace cuánto tiempo no sabíamos de un ataque guerrillero masivo a un pueblo indefenso, de voladuras de torres de energía o de oleoductos? ¿Sabe desde cuándo se reactivaron los asaltos en las carreteras? ¿Sabe cuántos atracos y robos, los que se reportan, han ocurrido en los últimos meses en Medellín y cuántas bandas delincuenciales y narcotraficantes tiene la ciudad imparable? ¿Ha sabido a cuántas personas asaltan diariamente con escopolamina en esta ciudad? Si quiere "dormir tranquilo", mejor no averigüe, pero cuando salga por la mañana de su casa, "no se duerma".

¿Será que como a la élite del altiplano cundiboyacense ya no la secuestran en sus fincas de recreo, volvieron a pensar que lo que hay es una guerra lejana y para los de ruana?

Pero si esto es grave, porque "el miedo es el peor de los sentimientos colectivos" como dijo Émile Herzog, peor es la amnesia de la dirigencia. ¿Cómo hizo tan rápido el anterior Ministro de Defensa para olvidar lo que parece no aprendió del todo? ¿Por qué su antiguo jefe directo ahora les está recortando el presupuesto a quienes lo ayudaron a ser presidente? ¿En dónde embolató el acuerdo con EE.UU. para el uso de las bases militares que nadie lo encuentra? Una amnesia tan veloz y selectiva, casi como la de su ministro de "cambios radicales", es digna de una investigación médica, pero si a uno se le olvida quién era el blanco de sus ataques durante años e instantáneamente loconvierte en su "nuevo mejor amigo" en un solo segundo, lo que hay que investigar son los desconocidos efectos secundarios de ponerse una banda presidencial tricolor.

Afortunadamente la plaga de la amnesia no se transmite tan rápido y los nueve millones que votamos por él no olvidamos por qué lo hicimos, y esperamos que él no olvide quiénes y qué lo hicieron presidente.

sábado, 9 de abril de 2011

La Fiscalía no merece el respeto de los colombianos

Fernando Londoño Hoyos, 
Radio Súper

La justicia Colombiana se está ganando muy merecidamente su desprestigio. La justicia colombiana se ha convertido en una organización política de baja condición. Nos estamos refiriendo ahora a la Fiscalía General de la Nación que es parte de la administración de justicia, según lo dispone la propia Constitución Política de Colombia. Sus exageraciones, sus tergiversaciones, sus excesos, no pueden ser motivo de respeto para el pueblo colombiano. Ayer, en la audiencia para Agro Ingreso Seguro, pidió para los funcionarios del ministerio de Agricultura, gente proba, gente recta, gente buena, muchachos jóvenes de primera condición técnica que le sirvieron al país nada menos que en la recuperación de un millón de hectáreas para la producción de comida en este suelo, para que los colombianos tengan qué comer, esos muchachos fueron parte integral de ese equipo técnico que produjo ese milagro, esos muchachos fueron acusados de no sé cuantos delitos, con unas exageraciones que llegan, sencillamente, al ridículo.

Porque para la Fiscalía, todo lo que hizo Agro Ingreso Seguro (AIS) fue ilegal y delictivo. Vaya, vaya. De manera que los subsidios otorgados a cerca de 300 000 campesino en todo el país, solamente dentro del programa de irrigación, pues en ese programa se centra el escándalo, en los demás no han dicho palabra porque es invulnerable el programa de AIS y porque a todas luces representa una inmensa conquista social de los campesinos pobres de Colombia. Pues esos subsidios son, para la Fiscalía, una ilegalidad, un acto criminal. Vaya, vaya.

Todos sabemos, porque a eso se concretó el escándalo, que lo que está en tela de juicio son los subsidios otorgados a unas personas pudientes que tomaron el dinero y lo invirtieron bien, según se deduce de las noticias que tenemos. Invertirlo bien significa invertirlo en el campo para producir comida y para producir, en general, empleo. Habrá pues que examinar, pues, cual es el límite de la legalidad en ese tema, pero de los otros casi 300 000 subsidios para campesinos pobres no cabe duda alguna, cuyos predios fueron salvados de la aniquilación, de los inviernos y de los veranos por unos procesos de irrigación dirigidos desde el ministerio de Agricultura, y contando con la asistencia tecnológica de la OEA, que es la última palabra cuando se trata de acusar colombianos pero que es un organismo despreciable y un medio detestable de criminalidad cuando se trata de medir el AIS.

Todo este rigor extremo de la Fiscalía General de la Nación contrasta con los hondos silencios y con las graves complicidades de la misma Fiscalía cuando se trata de otros temas. Por ejemplo, cuando se trata de DMG la Fiscalía General de la Nación guarda silencio durante un año entero, año que DMG utilizó para esquilmar a centenares de miles de familias colombianas a quienes les robó billones de pesos con la complicidad de la Fiscalía General de la Nación, la misma que hoy es tan severa con el caso de AIS.

Estamos todavía sacudidos por el escándalo que nos produjo un sujeto que tiene todavía el título de abogado y que, además, se muestra como profesor de una de las que fue una de las mejores facultades de Derecho de Colombia, el Externado. Estamos hablando del señor Ballesteros que aparece en videos tratando de extorsionar a un testigo protegido por los Estados Unidos para que diga lo que le parece en materia de ciertos delitos y de ciertas complicidades. La Fiscalía general de la Nación toma ese delito y encuentra que se ha violado en una sola ocasión la ley penal: un solo delito para Ballesteros. En cambio, para los jóvenes de AIS, que no recibieron un peso de nadie, que no fueron extorsionados por nadie y que no dañaron a nadie: para ellos hubo siete delitos, y para Ballesteros, uno.

Como en el caso de DMG también, cuando la Fiscalía no tuvo más remedio que obrar salvó a DMG y a sus cómplices del delito de estafa y del delito de concierto para delinquir, porque sabía que si incluía esos delitos iba a dañar la imagen de ciertos asesores externos de DMG, algunos de ellos muy caros a los afectos de la Fiscalía General de la Nación. Hace poco estábamos hablando de una pirámide en los Estados Unidos a través de la cual un fulano se robó la plata de las pensiones de jubilación de Pdvesa y decía la prensa que a ese señor le esperaban por lo menos 70 años de cárcel por los delitos cometidos. Por las pirámides en Colombia, que fueron mucho más cuantiosas y mucho más decisivas para el desequilibrio social de esta República, las penas fueron tan leves que ya, por trabajos y estudios en la cárcel y por libertad condicional, salieron de prisión los primeros ejecutores de esa política siniestra. Desde luego, sin acusación alguna por estafa, y sin acusación alguna por concierto para delinquir. En los Estados Unidos, una pirámide es equivalente a una estafa.

De manera que hagamos la comparación: caso DMG, caso de Ramón Ballesteros, la Fiscalía no es solamente benévola sino prácticamente cómplice. En cambio, ante el caso de AIS se trata, según ella, de la mayor defraudación cometida en la historia de Colombia contra los intereses del campo colombiano. Eso, si no tuviera un fondo trágico, lo llevaría a uno a soltar una carcajada de sorpresa y de desprecio por la ignorancia con que la Fiscalía está manejando los grandes temas del país. Complicidad por un lado, rigor extremo, exagerado y estúpido por el otro. Conclusión: la Fiscalía General de la Nación no merece el respeto de los colombianos.

miércoles, 6 de abril de 2011

La ascensión de Ascensio

Fernando Londoño Hoyos
Lapatria.com

Nos parece detestable tarea, pero será necesario hacerla. Porque Ascensio Reyes, sí, el hombre de las fiestas de las Cortes, ha resuelto salir de su madriguera, para presentar su espléndida hoja de vida ante la opinión pública y ante los jueces. La gente del común mirará con interés, y acaso hasta con asombro, cómo un personaje tan oscuro salta al esplendor de los favores judiciales. Y cómo alimenta esas relaciones. Y cómo se sirve de ellas. Y cómo se vuelve magnate y empresario, de los cambios y del turismo y del agro, quien sale de la nada. Sobre todo de la nada moral. Es por eso que campea como un príncipe, por la Fiscalía de Mario Iguarán. Son tan parecidos.

Para emprender esta jornada, la de salir de su madriguera, viene de la mano de una de las favoritas del régimen del 8.000. A quien es mejor no mencionar. A veces conviene aquel castigo famoso, impuesto al que incendió la biblioteca de Alejandría para pasar a la historia, de sepultar nombres mediocres en el olvido que se merecen. Pero vale la pena destacar esa compañía. Lo que salta de las cloacas revela lo que circula por ellas.

Ascensio tendrá que explicar cómo era aquello de su apartamento en Residencias Tequendama, y de sus asistentes, unos de pantalón largo y otras de faldas muy cortas. No era tanto como un "bunga bunga" de los de Berlusconi. Algo va de "Il Cavalieri" a Ascensio. Pero iban en la misma línea.

Ascensio le contará al país cómo y por qué era el organizador de los festejos de las Cortes. Esas fotos, que son muchas, donde todos son magistrados, menos Ascensio, dan mucho qué pensar. Y abren espacio para necesarias explicaciones. Por qué un particular asume el pago de esos festejos y cuál era la contrapartida de semejantes generosidades. Suele ocurrir, así es el corazón humano, que el agasajado queda agradecido con el que arma la fiesta. Y le queda debiendo el favor.

Ascensio fue de peldaño en peldaño, hasta la cima de la apoteosis. De ese modo habrá que llamar la exaltación pública que Ascensio recibe de cierto Presidente del Consejo Superior de la Judicatura en memorable discurso en Santa Marta. Presidente al que le gustaban los obsequios y las "coordinaciones" de sus fiestas.

Ascensio nos sacará de dudas sobre el archi famoso viaje de ciertos magistrados a Neiva, para festejar a uno de ellos. Todo el país sabe que pagó de una de sus empresas el alquiler de un avión jet de Satena para llevar y traer dos días después a comitiva tan lujosa. Y sabe que los invitados no pagaron los cuartos de su hotel, ni desembolsaron un peso por las opíparas fiestas con las que hicieron honor al celebrado. Mal nos parece, muy mal para decir mejor, que un juez permita que alguien lo agasaje de ese modo. Pero ahora sabremos qué despierta ese gran amor de Ascensio por las Cortes.

Por esa misma línea nos iremos para el festín de las Corralejas, de las que ya hay mucho sabido y todavía harto secreto pendiente. Por ejemplo, el de adivinar si Giorgio Sale, el inquietante compatriota de Berlusconi, llegó al corazón de la Corte por el mismo camino de Ascensio. Y seguiremos para Barranquilla, claro, en días de Carnaval, esta vez para saber si Ascensio y Giorgio iban juntos en la caravana que se emborrachó en La Enoteca, el lujoso bar restaurante donde el homenajeado de la Corte, de Ascensio y de Giorgio, y también de Mancuso, estampó con su letra y firma una de las páginas memorables del foro colombiano. ¿No es suculento el plato?

La gira terminará en ciertas cuestiones de la vida de Ascensio. Las que tienen que ver con sus amistades prohibidas. Ascensio es de malas. En sus propiedades y sus sociedades se enredan mafiosos reconocidos. Parece que quiere revivir ese tema y analizarlo a fondo. Y también recordaremos cierto proceso de donde lo sacó en limpio su amigo el ex Fiscal, sacrificando a la Fiscal que lo tenía para medida de aseguramiento y llamamiento a juicio. El perdón se tragó el proceso, pero no el expediente. ¿Quiere, Ascensio, que le demos una miradita?

martes, 5 de abril de 2011

Makled, de nuevo

Rafael Nieto Loaiza
Elcolombiano.com

La Corte Suprema de Justicia se zafó del problema con inteligencia: autorizó la extradición de Walid Makled, uno de los tres grandes mafiosos de Suramérica, pero dejó en manos del Presidente la determinación de su destino.

El Presidente hace varios meses ofreció entregarlo a Venezuela. Fue un gesto prematuro. Eran los tiempos del coqueteo y de florituras verbales como las del "nuevo mejor amigo".

Según Santos, Chávez "ha venido cumpliendo" y destacó la entrega a Colombia "de gente de las Farc y el Eln" y el "avance" en temas comerciales. Es verdad que el chafarote ha entregado media docena de subversivos. Pero no es menos cierto que es mero contentillo: los guerrilleros recibidos son de medio pelo, sin ninguna importancia en la estructura de esas organizaciones terroristas, y los comandantes siguen en Venezuela sin que el gobierno patriota levante un dedo contra ellos.

Allá todavía están los alias Iván Márquez, Timochenko, Grannobles, Jesús Santrich, Rodrigo Granda, Antonio Garcíay Pablito, entre otros. Y no hay ninguna señal de que vayan a ser entregados a Colombia o expulsados del territorio venezolano.

En cuanto al comercio, el gobierno venezolano ha hecho compromisos de pago por cerca del sesenta por ciento de lo que aún adeuda. Lo malo es que en realidad no ha pagado sino menos de la mitad de eso, lo demás está en veremos, y en cualquier caso no hay un solo exportador que envíe un producto al país vecino sin que se lo paguen por anticipado.

Una realidad que no cambiará porque se firme un acuerdo con Caracas y mucho menos si tiene el plazo de cinco años y las condiciones que propone Chávez.

Los exportadores colombianos han sufrido en carne propia que el Teniente Coronel se pase leyes y tratados por la faja y no tienen razón para creer que ahora sí cumplirá. Agréguese que la economía venezolana está en los rines, aún con el petróleo volando, y que los importadores venezolanos han desaparecido. Dígase lo que se diga, mientras Chávez siga montado, el comercio entre los dos países nunca volverá a ser ni remotamente lo que fue.

¿Y los gringos? El senador Lugar, el republicano de más alto rango en el Comité de Relaciones Exteriores, le recordaba esta semana al presidente Santos que Makled fue arrestado por solicitud de un tribunal de Manhattan y con información y colaboración de la DEA, resaltaba que sin su presencia en los tribunales EE.UU. no puede usar legalmente nada de la información que el capo tenga o haya entregado, y advertía que su extradición a Venezuela sería considerada como un serio retroceso en la cooperación entre Estados Unidos y Colombia. Es evidente que si Santos sacrifica a Makled en manos venezolanas, abrirá un frente de batalla con los republicanos. Por su lado, el gobierno de Obama ha resaltado su interés en recibir al venezolano.

Así, ¿tiene sentido enfrentarse con quienes han sido nuestro grandes aliados tanto en materia de comercio exterior como en el Plan Colombia? ¿Acaso es más importante el inexistente mercado venezolano que el futuro del TLC con nuestro principal importador? ¿Vale la pena poner en riesgo la cooperación norteamericana en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo?

Quizás en Bogotá la queja de Obama se perciba sólo como un ladrido lastimero. Pero más vale tomarse en serio a los republicanos.